Los suelos calcáreos son aproximadamente 1/3 de la superficie y se encuentran mayoritariamente en zonas con pluviometría inferior a los 500 mm/año. Poseen pH altos, entre 7 - 9, y grandes cantidades de carbonatos cálcicos (CaCO3) libres, esto provoca una menor absorción de los elementos minerales esenciales para la planta como Manganeso (Mn), Fósforo (P), Hierro (Fe) o Zinc (Zn).
El Hierro en suelos con pH neutro o alcalino se oxida a Hierro Férrico siendo este menos soluble que el Hierro Ferroso, acumulándose en los nervios sobre todo de la planta, esto provoca la clorosis férrica de la vid que impide que la planta produzca suficiente clorofila, que se manifiesta con un amarilleamiento de las hojas, afectando al crecimiento y productividad de la planta, se suele observar primero en las hojas más jóvenes.
Para contrarrestar estos efectos y además ser respetuosos con el medio ambiente, se pueden utilizar enmiendas orgánicas a base de compost o humus de lombriz, extractos de algas marinas, que son ricos en micronutrientes, microorganismos solubilizadores de Hierro, implementar rotación de cultivos, aplicar mantillo orgánico para ayudar a mantener la humedad del suelo y mejorar la actividad microbiana. En cambio, si lo que queremos es acidificar el suelo nos puede venir bien el azufre elemental o el sulfato de Hierro. Finalmente, si se quiere aplicar técnicas biodinámicas nos puede ir bien los preparados 500 (mejorar la estructura del suelo y la actividad microbiana) y 501 (mejora la fotosíntesis de la planta, y le ayuda con la asimilación de nutrientes).
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